Querido Diego, querido profesor y maestro,
Los valores y objetivos que tan elocuentemente transmitís con tus palabras no puedo sino compartirlos de todo corazón y con toda mi alma y con toda mi mente. Pero ¿sabés una cosa?: tus palabras son casi innecesarias porque durante los tres años que he tenido el privilegio de participar de tus clases, y de la interacción con el grupo que formaste, los he recibido por irradiación: 1 Salud: gracias a vos he bajado más de seis kilos y me siento con una energía y calidad de vida como nunca (y estoy por cumplir 67). Nunca me ha faltado tu ayuda y la del grupo. Siempre que te pedí algo, ahí saliste a ayudarme. 2. Metas y objetivos: No están mal las medallitas para estimular y premiar el esfuerzo. Sin embargo, los que las ganaron en serio, afuera del útero del club, jamás demostraron creérsela, perder el objetivo básico. 3. Equilibrio entre las individualidades y el grupo: sos un maestro del trato sereno y equilibrado. Nunca te vi descontrolado o diciendo una palabra que no sea la justa, siempre con mucho humor, fina ironía y espontaneidad. 4. Soy testigo de tu compromiso, el del capitán, el de Carlos Morgan y otros integrantes que son un lujo y que también transmiten por irradiación. 5. Sos un maestro del aprecio y reconocimiento: tu calidez, inteligencia y talento para irradiar hacen que las clases sean una fiesta. Me hacen revivir la alegría que sentía cuando jugaba en la pileta de chico. La armonía y el respeto son una marca registrada de los Inefables, se las vive, se las respira. 6. Vos, el capitán y el resto del grupo han irradiado la mística Inefable, es un enorme orgullo pertenecer aunque les deba la consumación. 7. He sido beneficiario del afecto positivo tuyo y del capi, cuando tuve un receso obligado.
En fin, sos un consumado maestro de salud y de vida. Le digo a mi gente siempre que sos mi musa acuática, un gran inspirador de vida, alegría y salud. Gracias por todo lo que nos has dado.
Abrazo grande,
Gonzalo Sánchez Sorondo
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