Thursday, September 1, 2011

Un Inefable en Long Island: Cristóbal de Aldecoa participa en el John Daly One Mile Annual Swim

John Daly One Mile Annual Swim, Long Beach, NY

La temporada de aguas abiertas sigue a pleno aquí en el Norte. El 21 de agosto se corrió el “John Daly One Mile Annual Swim”, organizado por los bañeros de Long Beach (una ciudad costera en Long Island, cerca de la ciudad de Nueva York). John Daly fue un bañero en cuyo homenaje se lleva a cabo este evento.

Invitado por el responsable de la pileta en la cual nado, me calcé la remera de Inefables y allá partí, en compañía de este señor, una de las instructoras y un nadador alemán que también entrena allí.

Estos eventos son siempre mañaneros, así que debí arrancar de casa a las 6.30 am. Luego de una hora de manejo llegamos a Long Beach, una ciudad costera que tiene algún aire a nuestra Miramar…. La playa en sí es muy linda, ancha y con buena arena (el huracán Irene fue bastante severo en esta zona, no sé cómo quedó).

El trazado de la carrera corría paralelo a la costa. Largada, giro en una boya a aprox. 100 metros de la costa, y final playa abajo.

Participaron 210 nadadores. El mar estaba bastante áspero, con un aspecto bastante similar a nuestro Atlántico; aguas grisáceas, relativamente frías y –ese día- muy picadas.

La largada fue divertida, todos juntos tratando de cruzar las dos líneas de rompientes. Entre codazos, patadas y toqueteos varios llegué a la boya, giro a la derecha y a nadar se ha dicho!

El primer problema surgió por mi tendencia a respirar hacia la izquierda. Esto implicaba sacar la cabeza hacia el lado del mar abierto, en lugar de hacia la orilla; lo que resulta en dificultades para ver hacia dónde va uno, y también en la ingesta de sustanciales cantidades de agua salada. El mar seguía bastante encrespado, aun más allá de las rompientes, con mucha ola molesta.

Siempre queda el recurso de cambiar el lado de la respiración, obviamente, pero lamentablemente me queda muy incómodo. Habrá que practicarlo, es muy necesario en esta disciplina.

Además estaba repleto de jelly fish. Estas pequeñas aguavivas no pican, pero son bastante desagradables al tacto; de a ratos uno se sentía nadando en un flan de gelatina.

Como un plus, una breve búsqueda en Internet me informó que no había antecedentes de ataques de tiburones en las aguas de Long Beach…

De a poco fui entrando en ritmo: brazada-brazada-respirar-tragar agua-brazada-brazada-respirar-escupir uno o dos jelly fish-brazada-brazada-respirar-levantar la cabeza (“¿adónde $##%%$^&% estoy?”)-brazada-brazada-respirar-recibir una patada en la mandíbula… y así sucesivamente

Bromas aparte, una vez que me organicé un poco, la cosa estuvo de lo más agradable. Como mi objetivo en estas carreras es simplemente llegar en un tiempo digno, sin muchas más ambiciones, no me canso en exceso, voy relajado, y eso permite disfrutar la nadada en sí.

Sin mayores incidentes llegué a la boya final, último giro, y a cruzar la rompiente, ahora rumbo a la orilla. Barrenando, llegué a la meta. 31 minutos y monedas fue el tiempo; tomando el cuenta el estado del mar, muy agitado e incómodo para nadar, no estuvo mal. Posición final, 97 entre 210 (lo que se dice a mitad de tabla). Estoy tomando estas carreras como referencia para el año que viene; para ese entonces espero estar mejor entrenado y ser un poquito más exigente.

Muy buena experiencia, muy divertida, y útil para seguir pescándole la vuelta a esta apasionante cuestión de las aguas abiertas.

Para cerrar, en un par de semanas iré a nadar alrededor de Governors’ Island, en Manhattan, dos millas. Ya les contaré.

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