Tuesday, October 23, 2012
Relatos de peripecias acuáticas de nuestro Cristóbal de Aldecoa desde EEUU
Fin de temporada de aguas abiertas en el Norte
El verano viene llegando a su fin en el hemisferio Norte, y con él el fin de la temporada de aguas abiertas. Luego de la carrera en el Hudson, ya referida en estas páginas, participé en otros eventos, acá va un relato de mis peripecias.
Una organización neoyorquina, NYC Swim, organiza varias carreras en los alrededores de la ciudad, con la idea de restablecer una tradición de natación en aguas de los ríos Hudson e East. Los eventos son muy exitosos, en todos los casos con participación de cientos de nadadores, muchos de ellos extranjeros. http://www.nycswim.org/
La carrera que más disfruté fue la de la Estatua de la Libertad. La idea es nadar alrededor de Liberty Island, donde está el monumento en cuestión. Viernes por la tardecita, mucho calor, luego de la oficina me encaminé a Battery Park, de donde sale el ferry hacia la isla. Allí me encontré con la familia, que pudo ser de la partida, y partimos en el barco. Aprovechamos para recorrer la isla, nunca habíamos ido. Es muy linda, y tiene vistas muy impactantes de Manhattan. Hacia las seis de la tarde despejaron el lugar de turistas, solamente quedamos allí los nadadores y espectadores. Una maravilla, toda la isla para nosotros solos.
Como el agua, según anunciaron, no estaría tan fría, dejé el traje de neoprene en casa, prefiero nadar sin esa muleta. La largada era desde un ferry amarrado al muelle principal de la isla; los sucesivos grupos se iban tirando al agua, se agrupaban en la línea de partida y partían con un par de minutos de separación entre grupo y grupo.
La carrera es relativamente corta (1.2 km) y me animé a arrancar con buen ritmo. El sentido de la carrera me permitía respirar mirando hacia la isla; increíble estar nadando mirando la Estatua de la Libertad! Además, mirar la estatua me brindaba una referencia de ubicación, ya que había que dar la vuelta entera a la isla.
La isla tiene un caminito que bordea la totalidad de su costa, así que los espectadores podían seguir a su nadador predilecto sin ningún problema. En mi caso, y en una demostración de escaso profesionalismo, detuve la marcha un par de veces para brindar algún saludo la familia. Nadar con ellos mirando el evento es bárbaro; como a veces las carreras tienen horarios bastante exóticos no siempre se puede, pero cuando se da, es super.
Aunque el recorrido era breve, la carrera es bastante difícil ya que, por su ubicación en la bahía, las corrientes son fuertes. Si bien en una parte, con corriente a favor, la sensación era de ir volando, en otro momento hay que hacer grandes esfuerzos para poder simplemente avanzar. Igual me sentí muy cómodo y la disfruté mucho. Llegué cansado, obviamente, pero entero, en posición 162 entre 350 participantes.
Luego de la carrera nos quedamos a comer en la isla (había panchos y hamburguesas), mirando el atardecer sobre Manhattan y ya con la nochecita nos embarcamos de regreso. Un evento fantástico, que intentaremos repetir en 2013.
El otro evento de New York City Swim en el que participé fue el Brooklyn Bridge Swim. Como el título lo indica, la idea es cruzar el East River por debajo del Brooklyn Bridge, el más antiguo y tradicional puente de Manhattan. Aquí no hubo oportunidad de participación familiar, la carrera largó a las siete de la mañana de un sábado… Así que allá partí a altas horas de la madrugada y, bajo una llovizna bastante molesta, arrancamos.
Un rato antes de la carrera. Atrás, el Brooklyn Bridge y Manhattan. Adviértase la remera de Inefables…
El recorrido transcurría paralelo a la orilla hasta llegar al muelle (desde el lado de Brooklyn) y allí, a cruzar en línea recta, directo bajo el puente. Cortito (un kilómetro) y sencillo, a primera vista. Pues no… de vuelta, la bendita corriente. La primera parte del recorrido, contra corriente, y muy estrecho, un grupo grande de nadadores, mucho contacto; lo nadé en un grupo de cinco, literalmente todos pegados. Todo muy correcto, pero inevitablemente recibí (y propiné) alguna que otra patada y manotazo.
Luego de virar la primera boya, la correntada nos agarró de costado. La idea era nadar directamente bajo el puente. Al rato, ya en medio del río, caí en cuenta que estaba disfrutando de una espléndida visión del puente, completo, de punta a punta… la corriente me había arrastrado corriente abajo. Por falta de experiencia me había dejado llevar muy lejos, así que la última parte del recorrido tuve que hacerla corriente arriba, para llegar, bastante derrengado, a la línea final. Así que lo que debía ser una carrera breve y fácil se hizo cuesta arriba. Pero, de nuevo, nadar mirando el Brooklyn Bridge… increíble, no? Resultado, apenas arriba de la mitad, 150 entre 350.
Otro evento en el que iba a participar era la vuelta a Governors’ Island, también en Manhattan. Pero, ya inscripto, un amigo alemán, Uwe, al que conocí en otra carrera, me invitó a participar en un evento que organiza un hospital de Connecticut. La idea es cruzar el Long Island Sound (que separa el continente de Long Island) en postas. El equipo (entre cuatro y seis nadadores) va embarcado, y los nadadores se van turnando, hasta completar el recorrido de 27 kilómetros, en pasadas de media hora. Es un evento bastante tradicional, y participan más de cien equipos.
Uwe, como buen alemán, un genio de la organización, se encargó de la logística (coordinar la lancha, armar el equipo, vituallas, poner nombre al equipo –“SoundFury”, etc). Los cinco integrantes del equipo (muy multinacional, un alemán, un inglés, dos norteamericanos, todos eximios nadadores, y el que firma) nos encontramos en Bridgeport (punto de llegada de la carrera) y cruzamos en la lancha hasta Port Jefferson, de donde arrancaría la cuestión al día siguiente. Cruzamos el Sound muy rápido, estaba planchado y muy tranquilo. Esa noche dormimos en Port Jefferson y muy temprano al día siguiente estábamos acondicionando la lancha. Port Jefferson está al final de una bahía bastante profunda, y el mar lucía muy tranquilo. Si bien estábamos todos bastante nerviosos, también estábamos muy entusiasmados. La idea de ir nadando en mar abierto, al lado de la lancha, nos parecía muy divertida. Pero… al rato los organizadores nos juntaron y anunciaron que el mar estaba muy revuelto, que la carrera se demoraría una hora, a ver si se calmaba. A la hora, carrera suspendida por mal tiempo! Propusieron, de todas maneras, que nos cruzáramos con las lanchas y corriéramos postas (de a una milla por vez) dentro del puerto de Bridgeport. Así que allí partimos. Saliendo del puerto, pudimos ver que lo del mal tiempo no era chiste: mucho viento y olas muy grandes, no hubiera habido posibilidad de nadar y mucho menos de hacer las postas. El regreso a Bridgeport fue muy arduo, el mar estaba realmente muy movido.
Rob, Uwe, Paul, Josh, Cristóbal: SoundFury, de riguroso uniforme
En Bridgeport iniciamos las postas, en las (aceitosas) aguas del puerto; hicimos apenas una pasada cada uno (una milla por cabeza) cuando se largó a diluviar… Así que nos volvimos con la cabeza gacha… Una lástima no haberlo podido hacer, de todas maneras fue una linda experiencia; quizá intentemos repetir más adelante.
En aguas vecinas a casa, en Greenwich, Connecticut, se corren todos los años dos carreras, de una y dos millas, con algunas semanas de separación. La de una milla es muy divertida pues habitualmente corren varios argentinos, residentes en la zona, triatletas ellos, así que, por una vez, uno se encuentra con caras conocidas. La carrera estuvo divertida, mar muy tranquilo y amable, en un día fantástico. De mi lado, 98 entre 189 participantes.
Y, como adicional, Esperanza (nuestra hija de 12 años) se había anotado en la carrera para chicos, que se corría luego del evento principal. Pues bien, resultó ser la única participante presente! Ella estaba muy entusiasmada, y habíamos estado nadando bastante en la playa. Como también estaba allí Bernardino (nuestro segundo hijo, 10 años), que también había participado en las nadadas playeras, le propusimos participar, y agarró viaje sin titubear. Así que allí partimos: uno de los organizadores, Esperanza, Berna y yo. El recorrido consistía en ir y volver hasta una de las boyas de la carrera (aproximadamente 700 metros). Los chicos los nadaron espléndidamente bien (350 metros mar adentro es mucho); Espe primera, Berna segundo, recibieron los respectivos premios en la ceremonia que siguió. Unos fenómenos, a su edad yo no me hubiera animado a hacer algo así ni de casualidad. Me encantó compartir la experiencia con ellos. Quizá en 2013 Esperanza se largue a hacer la milla completa. http://www.gscevents.org/
Con Esperanza y Bernardino luego de la carrera.
A las pocas semanas se corrió la carrera de las dos millas. Se larga desde Captain’s Island, en frente a Greenwich. Nuevamente, bastante corriente, la carrera se hizo eterna, pero transcurrió sin peripecias. Para la época de esta carrera yo había estado viajando mucho, y el entrenamiento había sufrido bastante, así que me terminé fusilado… Al borde del colapso, 49 entre 79 participantes.
Para ir cerrando el relato, dos eventos más. En el primero de ellos participé en la parte natatoria del triatlón de Stamford, cerca de casa, con dos amigos argentinos, residentes en la zona. Lindo evento, muy divertido, mucha gente en la calle, y nos fue razonablemente bien, seguramente repetiremos en 2013. Mi rol, no muy destacable; el día anterior había nadado en Liberty Island, y a la noche salimos a comer con visitas de Buenos Aires, con los inevitables resultados de exceso de comida/bebida y defecto de horas de sueño (la carrera arrancó alrededor de las seis de la madrugada!). Pese a todo, dejé a mi team en posición 16 entre 49 equipos (etapa natatoria), no estuvo tan mal.
Y para cerrar, John Daly Swim en Long Beach, Long Island. Ya la había corrido en 2011. Como se corre en el lado atlántico de Long Island, hay que entrar y salir con rompiente bastante grande, entretenido. Para respetar la costumbre, mitad de tabla, 101 entre 204 nadadores.
Desde el punto de vista de los resultados, arranqué mejor de lo que terminé, simplemente porque tuve que viajar mucho en la segunda mitad del verano, y no pude entrenar bien (pereza, bah…). Por otro lado, al haber corrido varias carreras, los nervios disminuyen sensiblemente y uno toma con más naturalidad, por ejemplo, tragarse una ola o recibir un puntapié inesperado. Nadar en aguas abiertas es fantástico, y ya estoy pensando en la temporada que viene!
Huelga decir que si algún Inefable tiene que estar por estas latitudes para mediados de 2013, hágamelo saber… sería espectacular compartir alguno de estos eventos con ustedes.
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