"Alex, te mando este relato para el blog:
El pasado sábado participé en el primer campeonato de aguas abiertas de Puerto Varas organizado por la Federación Chilena, cuyo objetivo era lograr una fecha internacional en el circuito de aguas abiertas, tratando de posicionar el evento como el más austral del mundo en aguas abiertas.
Habían logrado la asistencia de algunos deportistas reconocidos como la brasilera Poliana Okimoto.
Una semana antes yo había consultado con los organizadores acerca de la temperatura del agua a lo cual me respondieron que el líquido elemento estaría entre 17 y 22 grados (La FINA exige un mínimo de 16 grados) por lo cual la competencia sería oficial y no se permitirían trajes de neopren.
El sábado 9 me presenté al torneo y con sorpresa observé que la mayoría de los nadadores estaban totalmente revestidos en trajes de agua. La temperatura no era la mínima exigida por la FINA por lo cual habían decidido permitir los trajes, las distancias de las competencias serían menores y los circuitos también (por las olas que se estaban formando)
Yo me había anotado para los 2000 metros que era el máximo para Masters pero los organizadores me sugirieron que dado que no tenía traje, nadara sólo 1000.
Muchos inscriptos habían desertado.
La temperatura ambiente era de 12 grados, estaba nublado, lloviznaba y nadie daba datos claros de la verdadera temperatura del agua.
Mi preocupación iba en aumento, más aún luego de ver a una nadadora del seleccionado chileno que a pesar de haber usado traje de neopren salió del agua con un color violáceo en la cara y un temblequeo incontrolable..
Ante la insistencia de un amigo que me acompañó y que fue el encargado de registrar el testimonio fílmico que adjunto, decidí participar.
El primer impacto lo recibí en el momento de tener que quitarme el pantalón y la remera y ser rodeado por el viento frío y la llovizna.
Cuando me fui acercando al agua, un uniformado me indicó que la temperatura del agua era de 13 grados. Ya jugado y ante la posibilidad de que mi cobardía quedara registrada para la posteridad en video, me coloqué en posición de largada con el agua hasta las rodillas.
La zambullida me puso en contacto violento con las aguas gélidas que en forma inmediata comenzaron a generar reacciones incontrolables en mi cuerpo, tales como estertores, espasmos, dificultad para respirar, ganas de llorar y en definitiva un estado de angustia, desconcierto e incomprensión ante tanta injusticia.
Recordando las palabras del gran Silvio Soldán ante los ataques de Silvia Suller, me pregunté "Cómo puede haber tanta maldad?"
Tras los primeros 40 metros, viendo que no lograba ni siquiera mantener el ritmo de mi respiración y que cuando abría mi boca en busca de aire, lo que ingresaba era agua, decidí descansar nadando un poco de pecho, al estilo de una vieja que acaba de salir de la peluquería.
Tras un breve descanso continué con el nefasto periplo llegando a completar los primeros 500 metros (eran dos vueltas de un circuito de 500 metros).
Los síntomas de hipotermia iban en aumento (dificultad para coordinar los movimientos y la respiración, dolor de cabeza, etc) por lo cual decidí abandonar saliendo pacificamente del agua sin haber tenido que subirme a uno de los tantos botes de apoyo que seguían de cerca a los participantes ante el temor de que esa fiesta del deporte terminara en tragedia.
Mi abandono en el punto de llegada hizo que fuera el primero en salir del agua, lo que generó una confusión entre algunos de los curiosos que se habían congregado a ver a estos energúmenos que nadaban en las aguas congeladas. Muchos de estos pobladores me confundieron con el ganador de la prueba, lo cual obviamente no me ocupé de desmentir, y a quienes agradecí los calurosos aplausos.
Envío aquí mi testimonio audiovisual. Yo soy el de bermuda azul. Había otros intrépidos sin traje de agua pero creo que eran nativos de la zona. http://www.youtube.com/watch?v=J73GIcSZ9Rw
Un abrazo
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