2da Jornada Metropolitana de Natación FENABA - 3 de Julio de 2011
"De como 7 Inefables se animaron a los 200 metros libres, con distinta suerte"
ó
"Relato de una competencia llena de vicisitudes"
Era un domingo gélido de julio en Buenos Aires y los primeros rayos de sol se le animaban al día. Soplaba un vientito invernal y hacía un frío de caaa...racterísticas extremas. Pero el sol no era el único que se le animaba a la hora y al frío. Desde la esquina de Salta y Cochabamba, tempranito, avanzaba Diego Emmanuel Tricárico... en el día de su cumpleaños! Venía de festejar por adelantado, y aunque luego diría que no se había acostado "tan tarde", pocos le creerían que no venía directo del boliche. Así y todo, no se quería perder por nada la competencia de los Inefables (Grande, Diego!!).
Entonces ahí estaba Diego en la sede social de la UTHGRA (pronunciar "uthgra", así como suena... O mejor, no se compliquen: "sindicato gastronómico"). Muy de a poco, porque era domingo, fueron llegando los nadadores hasta colmar las inmediaciones. La pileta de 25 metros, moderna, cuidada y prolija, era una excelente elección para la competencia.
El primer Inefable en aventurarse a la carrera, promediando la mañana, fue Carlitos “el Tiburón” Acevedo. Se había anotado en 50 mts mariposa para nadarla tranquilo, casi como un precalentamiento para la prueba mayor: los 200mts libres. Así y todo se llevó la medalla de oro. Premio al coraje!
Mientras tanto, algunos Inefables habían decidido congregarse en el Jockey Club, para precalentar a una hora más amable y cercana a la prueba. Por allí pasaron a partir de las 9:30 Martín Huergo, Andrés "el Flaco" Espina y quien esto escribe, para rumbear luego de un buen desayuno hacia la sede de los gastronómicos.
Serían cerca de las 11:00 cuando ya todos los competidores del Jockey se congregaron en torno al profe Diego, listos para la carrera... ¿Todos? ¡No! Faltaba el adalid de las carreras largas, el señor asistencia perfecta, un Inefable de la primera hora! Pero... ¿dónde estaba Brian Donnelly? ¿Sería que de tan experto, se la estaba tomando con soda? Con soda no.... Con café con leche y medialunas! Estaba todavía en la sede de Alvear disfrutando su desayuno.
"Brian... Donde estás!!!" sonó urgente la voz de Diego en el celular de Brian, arrancándolo de su letargo. En los momentos que siguieron, Brian probó que no sólo en las carreras acuáticas se destaca. Salió corriendo a la calle a tomar un taxi. Pero era domingo... Corrió a una esquina, corrió a otra... ¡Nada! En eso vio a un solitario individuo que abría un auto estacionado sobre la calle Libertad. Y se le fue al humo. "Vos vas a pensar que estoy loco," le dijo Brian con urgencia, "pero me estoy por perder una carrera!" Parece que el otro no atinó a contestar, calculando para sus adentros las probabilidades de que esto fuera un robo, o una propuesta indecente, o simplemente que el hombre estaba diciendo la verdad y estaba loco. "Para dónde vas?" le arrojó Brian, aprovechando su desconcierto. "Para el sur..." balbuceó el otro "…por la autopista..." "¡Yo también!" dijo Brian antes de que cambiara de opinión. Le preguntó "me llevás?" de puro cumplido, porque parece que estaba en el auto antes que el desprevenido conductor respondiera. Nunca sabremos el nombre de este abnegado auspiciante de Inefables... porque Brian no le preguntó! En vez, se pasó el viaje repitiendo "Me pierdo la carrera, me pierdo la carrera..." mientras el anónimo samaritano aceleraba esquivando vehículos.
Ahora sí, eran cerca de las 11:30 y ya todos los competidores del Jockey se congregaban en torno al profe Diego. Y llegó la hora de la gran prueba del día, los 200 metros libres. Prueba compleja y táctica si las hay. No llega a ser larga distancia para permitir los ritmos largos y cómodos de las carreras de resistencia. Tampoco es una carrera corta, y para alcanzar el podio hay que nadar a buen ritmo, siendo por ello la competencia perfecta para pasarse de rosca y desencadenar el tan temido "ataque de ácido láctico", que entumece repentina e irremediablemente los miembros generando una sensación de parálisis en el nadador (y estupor en el público presente) que ha sido calificada como "inefable...".
Los primeros temerarios en subir al bloque de largada, en sus respectivas categorías fueron nuevamente Carlitos Acevedo (70-74) y el nadador más "osado" del equipo, el Egregio Dottore Piero Fabiani (65-69). Fue una emocionante carrera, con excelente desempeño en ambos casos, al punto que ambos lograron la más preciada medalla: la de oro. El Tiburón hizo un tiempo de 4:11,84 y Piero de 3:53,49.
Siguió el turno de uno de los grandes protagonistas de la jornada, nuestro estimable Brian Donnelly, quien ya había dado muestras de su aptitud para la disciplina de "cross-country urbano con asalto a transeúnte desprevenido" en el transcurso de esa mismísima mañana. Dadas las peripecias sufridas y el atentado contra su temple y armonía emocional, tan importantes para una prueba de esta magnitud e importancia, la tribuna estaba naturalmente expectante. ¿Lograría Brian un desempeño a la altura de su capacidad y trayectoria? El irlandés no los defraudó: con un tiempo de 2:54,01 conquistó el tercer lugar en su categoría (60-64) y se llevó la medalla de bronce!
Seguía ahora el turno de las categorías más jóvenes: Andrés Espina en 50-54, Juan van Peborgh en 45-49, Martín Huergo en 40-44 y finalmente Matías De Lorenzo (35-39), recientemente llegado a Inefables para alegría del equipo, aunque relativamente novato en las lides federadas.
Andrés Espina hizo gala de su característica flema en los momentos de tensión previos a la largada, serenidad que quedó en evidencia también durante la carrera: la nadó como quien sabe que "piano piano, va lontano". Su filosofía deportiva no obstante generó momentos de interminable nerviosismo en el equipo Inefable, pues si bien quedaba claro que "el flaco" no corría ningún riesgo de ser víctima de un ataque láctico, se estaba exponiendo peligrosamente a una performance indecorosa... Nada de eso! Con un tiempo de 2:47,97 conquistó el segundo lugar y se colgó al cuello la medalla de plata. O como diría él, "un fierro", con la aparente displicencia de quien está acostumbrado a la victoria.
Martín Huergo, en su turno, era la gran esperanza de la jornada y de Inefables. Su desempeño en los entrenamientos y en las carreras de práctica habían generado una enorme expectativa. Día a día es quien alcanza las más altas marcas, quien aguanta mejor la rigurosa disciplina del profe Diego que en su desmedida confianza por sus entrenados les exige superar los límites de lo posible. Era también una ocasión especial ya que su familia había venido a verlo: desde la tribuna lo alentaban su mujer y dos encantadores hijos en rojas remeras de Ferrari, cual voto de confianza a la velocidad y el "motor" de papá Martín. Pero hoy el destino le jugaría una mala pasada. Luego de una auspiciosa largada y un par de largos a buen ritmo, el compás de sus brazadas se tornó irregular ante el ojo avezado, y la prolijidad de sus vueltas americanas comenzó a sufrir. Aún peor, parecía hacer caso omiso al aliento e indicaciones del equipo que desde el borde de la pileta le indicaba a viva voz y con gestos desenfrenados que aumentara la intensidad en los 100 metros finales. "Es que no veía nada", explicaría más tarde. Sus antiparras se habían llenado de agua progresivamente, hasta dejarlo prácticamente ciego. Fue una suerte que no chocara contra la pared. Sin embargo, como buen Inefable, logró conquistar un nada despreciable cuarto puesto en su categoría, con un tiempo de 2:47,39.
Le siguió Matías De Lorenzo, también con gran expectativa, ya que se trata una de las nuevas promesas del equipo. En las prácticas viene emulando a los nadadores más experimentados con gran dedicación y compromiso. Tan es así que en esta carrera Matías decidió seguir el ejemplo de Martín casi al pie de la letra. En su segundo o tercer largo, entre los comentarios acerca de su desempeño, alguien deslizó la pregunta: "¿Qué es lo que lleva alrededor del cuello?" No tardamos en darnos cuenta que eran sus antiparras! A pesar del contratiempo, y de que tuvo que abandonar las vueltas americanas para no chocar contra el borde, Martín aguantó hasta el final y terminó la carrera sin ser descalificado y con un tiempo de 2:56.80. Excelente marca en el camino hacia la superación!
Párrafo aparte merece la carrera de quien esto escribe... Es más, serán varios párrafos abultados y, por que no, también con galas y ornamentos. Después de todo, son los privilegios de quien se pone las pilas con el blog, que vendría a ser algo así como el dueño de la pelota. (Auspicia el siguiente espacio: RED BULL. "Red Bull te da aaaaalas!")
A Juan van Peborgh le tocó la categoría más competitiva de la jornada: la de 45-49 años, con nada menos que 9 competidores inscritos. Aunque la competencia, lo sabemos, es siempre contra uno mismo. En este caso, el objetivo a cumplir era el de lograr una carrera pareja, a ritmo constante, dominando el ímpetu de los primeros 50 metros y evitando el desgaste y consecuente decaimiento sobre el final de los 200. Una meta escurridiza para este nadador, a quien le cuesta atemperar el entusiasmo de la competencia. Esta fecha no sería distinta. A pesar de las mejores intenciones y del trabajo de concentración previo, el nerviosismo, la adrenalina y el fervor natural de este deportista hicieron lo suyo y, creyendo nadar a un ritmo tranquilo, Juan completó el primer largo en escasos 16 segundos y se proyectaba a completar los primeros 50 metros con un tiempo (en base a una rápida estimación de los Inefables presentes) de 34 segundos... Proyección a todas luces devastadora!
Pero es aquí donde entra a tallar el espíritu de cuerpo de Inefables, que ante todas las cosas es un equipo. Por fortuna, Juan nadaba por el carril 1, es decir contra el borde mismo de la pileta y al pie de la agrupación del Jockey Club. Y es así que mientras que Brian repetía con urgencia "se va a fundir, se va a fundir!", el flaco Espina con el aplomo que lo caracteriza se inclinó lentamente al paso del nadador y esperando el giro de la cabeza gritó: "Frená, Juan!!!" Hay quienes aseveran que vieron la contraola del frenazo en el agua. "Puso los flaps", dijo el flaco ante la carcajada general. Lo cierto es que Juan completó los 50 metros en 39 segs, los siguientes en 43" y 43", y le quedó resto para el pique de los últimos 50 metros en 40 segs. Resultado: un tiempo total de 2:46,86 y un cuarto lugar en la categoría. Y como dato para coronar la competencia: la mejor marca de Inefables en la jornada.
"Me debés el triunfo", diría más tarde el flaco Espina al reunirse los nadadores para comentar sobre las carreras. "Te debo la vida!" respondió Juan, y era cierto. "Inefables" es un nombre que nació de esa certeza.
Al retirarse ese día, el equipo entero lo hacía contento. Cada uno se llevaba algo: algunos "un fierro", otros una marca, dos o tres el orgullo de haber llegado a pesar de todo. Y todos, la satisfacción de una nueva experiencia de competencia y amistad.
JVP